Yemen en guerra: en el origen de un drama olvidado
El país asiático de Yemen está sumido en una de las crisis humanitarias más graves del mundo. Con 27 millones de habitantes, este país sufre el enfrentamiento complejo entre las fuerzas gubernamentales, la rebelión hutí y diversos actores regionales, exacerbando tensiones históricas y rivalidades tribales. Las consecuencias desastrosas de este conflicto continúan afectando a millones de yemeníes, mientras que los esfuerzos por lograr una paz duradera parecen inalcanzables.
A medida que Yemen entra en su décima año de guerra, este país, que alguna vez fue rico en su historia y paisajes variados, ahora está devastado por una de las crisis humanitarias más graves del mundo. Afligido por un conflicto complejo que involucra a varios actores locales y potencias regionales rivales, Yemen sigue atrapado en una crisis interminable.
Ubicado en el suroeste de la península arábiga, Yemen cuenta con 27 millones de habitantes. Está rodeado por Arabia Saudita, Omán y el estrecho de Bab-el-Mandeb, que lo separa de Eritrea y Djibouti. Desde 2014, Yemen ha estado en medio de un violento conflicto. Se enfrenta, por un lado, a las fuerzas gubernamentales, leales al presidente Abd-Rabbo Mansour Hadi, y por otro, a la rebelión hutí, que se ha apoderado de una parte del país. El país también está marcado por rivalidades entre tribus locales, injerencias extranjeras, ascensos secesionistas y la presencia de Al-Qaeda.
Para comprender los desafíos del conflicto en Yemen, es necesario retroceder en el tiempo. La República de Yemen existe como tal desde 1990. Antes había la República Árabe de Yemen y la República Democrática Popular de Yemen. Rápidamente después de la creación de Yemen, se siente una fractura norte-sur en el país. En el sur, hay fuertes reivindicaciones secesionistas y en el norte, la rebelión de los hutíes. Estos son de confesión zaidí, una rama minoritaria del islam chiita, que representa el 42% de la población yemení. En 2011, a raíz de la Primavera Árabe, la revolución yemení provoca la salida del presidente Ali Abdallah Saleh. Abd Rabbo Mansour Hadi se convierte en el nuevo presidente. Sus decisiones generan descontento entre los hutíes, que más tarde se apoderan de la capital, Sanaa, y asumen el poder en enero de 2015.
La toma de poder de los hutíes en 2015 marca un punto de inflexión decisivo en el conflicto yemení. Apoyados por Irán, los hutíes se oponen a las fuerzas gubernamentales, mientras que Arabia Saudita, preocupada por la expansión de la influencia iraní en la región, lanza una intervención militar en marzo de 2015. Esta coalición, compuesta por varios países árabes, tiene como objetivo restaurar el gobierno de Hadi y contrarrestar la influencia de los hutíes. Sin embargo, esta guerra conlleva consecuencias catastróficas para la población civil.
Los bombardeos aéreos y los combates en tierra agravan una crisis humanitaria ya desastrosa. Según las Naciones Unidas, casi 24 millones de yemeníes, es decir, el 80% de la población, necesitan ayuda humanitaria. Las infraestructuras están gravemente dañadas, lo que dificulta el acceso a alimentos, agua potable y atención médica. La desnutrición afecta a millones de niños, y epidemias de cólera y otras enfermedades se propagan, amplificadas por la falta de saneamiento y las precarias condiciones de vida.
A pesar de los intentos de mediación internacional y las negociaciones de paz, los esfuerzos por establecer un alto el fuego duradero fracasan regularmente. Las esperanzas de un futuro pacífico parecen desvanecerse, dejando a la población yemení atrapada en un drama sin fin.