Los grandes proyectos astronómicos que irrumpen en Chile
La instalación de grandes telescopios, radiotelescopios y uso de rayos láser, que permitirán conocer mejor el universo desde nuestro país es una realidad.
Por Violeta Chang B.
Estos colosales instrumentos que conceden a los astrónomos el privilegio de observar e investigar galaxias, estrellas, planetas, nebulosas, materia, ondas y una infinidad de elementos maravillosos, según su especialidad o interés, se han situado en el territorio nacional desde hace años, producto de las idóneas características de nuestro cielo. Actualmente contamos con el observatorio Atacama Large Millimeter Array (ALMA), un radiotelescopio conformado por 66 antenas; es el más poderoso, caro y, por lo tanto, el mayor proyecto astronómico del mundo, que permite observar la maravillas e inquietudes del universo.
La astrónoma, física, magíster en Astrofísica y PhD candidate en Ciencias, mención Astronomía de la Universidad de Chile, Abigali Rodríguez, quien actualmente se dedica a estudiar la cinemática (movimiento) del gas que compone ciertos discos protoplanetarios, observados con ALMA, explicó que, “el avance de nuevas tecnologías en Chile, además de posicionar el nombre de este país a nivel internacional o demostrar que aquí hay ciencia de calidad», «permite a los astrónomos chilenos tener el 10% de tiempo de observación», lo que se traduce en más posibilidades de investigar o realizar descubrimientos que otros países.
Otro observatorio es el Vera C. Rubin, emplazado en el cerro Pachón, con un telescopio que ostenta la cámara digital óptica más grande que existe. Entrará en operación el 2025 y pretende revolucionar la astronomía con su sistema de procesamiento de datos automatizado; permitiendo a los científicos descifrar antecedentes desconocidos del universo y la vía láctea
Abigali Rodríguez considera que el Vera C. Rubin, además de facilitar la observación de objetos y colisiones en el Sistema Solar, para resolver diversas incertidumbres en la astronomía, «promoverá una cultura científica en el país y permitirá que los astrónomos chilenos no tengan que migrar para realizar descubrimientos».
Por otra parte, el Cherenkov Telescope Array (CTA-Sur), que está en Paranal, detectará rayos gamma de alta energía desde la tierra, es decir, la radiación electromagnética de agujeros negros supermasivos y supernovas.
Walter Max-Moerbeck, radioastronomo, Ph.D. en Astrofísica del California Institute of Technology y académico de la Universidad de Chile, dedicado a estudiar núcleos de galaxias activas y que trabaja con rayos gamma en el telescopio espacial Fermi, cuenta que “ahora también está trabajando en el arreglo de la instalación del CTA-Sur», destacando que este “dará acceso a casi todo el espectro electromagnético, es decir, que se podrá estudiar cualquier tipo de luz desde Chile».
Otro gigante, es el European Extremely Large Telescope (E-ELT), que desde el cerro Armazones, con un lente primario de 39.3 metros de diámetro, será capaz de detectar planetas que orbitan estrellas con imágenes nítidas y sin turbulencia e incluso podría encontrar indicios de vida en otros sistemas.
Valentino González, Ph.D. en Astrofísica de la Universidad de California Santa Cruz y académico de la Universidad de Chile, explicó que «el E-ELT de la ESO, son cuatro telescopios de ocho metros y trabaja en un rango de longitud de onda que es óptico y un poco en el infrarrojo». Además, confesó que, para él, E-ELT, en su opinión, «es probablemente el más importante en desarrollo en este momento», pese a que ALMA es más grande.
La subsecretaría de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación, Carolina Gainza, al ser consultada respecto a financiamientos que permitan acceder a los niños a estas tecnologías, ya que no todos pueden costear cursos de astronomía, como los que imparte la Universidad de Chile, dijo que «están impulsando distintos tipos de programas que permitan acercar la ciencia y la tecnología a la ciudadanía», añadiendo que «es necesaria la investigación».
Por lo visto, Chile va bien encaminado en cuanto a avances tecnológicos que permiten estudiar el universo desde este privilegiado territorio, con el 10% de observación reservada a nuestros astrónomos y un 70% de los telescopios existentes en el planeta, financiados en su mayoría con recursos provenientes de colaboraciones con Asia, Europa y Norteamérica.