La cultura, el fantasma que ronda las salas de redacción

Category: Artículos Periodísticos

La cultura, el fantasma que ronda las salas de redacción

Por: Catalina Gatica

Imagen realizada por Canva IA

Del lat. cultūra.

  1. f. Conjunto de conocimientos que permite a alguien desarrollar su juicio crítico.
  2. f. Conjunto de modos de vida y costumbres, conocimientos y grado de desarrollo artístico, científico, industrial, en una época, grupo social, etc.
    • civilización.
  • RAE, Diccionario de la lengua española, extracto de la definición de Cultura.

La cultura es lo que nos une aún siendo autónomos, sin saber nada del otro, pero sabiendo que, subconscientemente, lo que sé yo es muy probable que lo comparta otra persona con los mismos gustos. Es nuestra forma de vivir en un territorio en donde todos somos diferentes, con nuestras propias rutinas y vidas. Lastimosamente en el pasar de los años se ha ido notando una disminución de su interés, tanto de la población general como de los medios más tradicionales. Este último, siendo los encargados de difundir y dar a conocer los panoramas culturales, ha visto un decaimiento en la misma sección ¿por falta de interés del público? ¿o quizás la economía no da abasto? Aquí en El Narrador, entrevistamos a 2 periodistas expertos en la parte cultural del periodismo y su difusión, con trayectoria en diferentes medios donde han tenido que pelear para ser escuchados. 

Esto es más que clics y algoritmos

Marcelo Osorio, editor de la revista La Máquina Medio, reconoce que el escenario actual del periodismo cultural no es fácil. Para él, la precarización del trabajo y el poco espacio que se le da a la cultura en los medios tradicionales ha hecho que este tipo de periodismo quede relegado. Hoy, muchas veces se reduce a promocionar grandes espectáculos, como premios o festivales, mientras que el resto del contenido es descartado si no genera visitas. Como él mismo resume, la cultura queda marginada frente a lo que “podría ganar clics o visitas fáciles”.

Sin embargo, no todo es negativo. Osorio también rescata el surgimiento de iniciativas independientes que se han resistido a dejar morir la cultura. Desde su propia experiencia —especialmente escribiendo sobre cine, su pasión— cuenta que trabajar en medios pequeños puede ser gratificante, aunque implica hacerse cargo de muchas funciones por la escasez de personal. “Es demandante, porque los equipos son acotados y tienes que asumir muchos roles”, comenta, reflejando una realidad que se repite entre quienes aún apuestan por cubrir el arte.

Más allá de la cobertura, hay un factor que se repite cada vez que se intenta hablar de presupuesto o políticas públicas en torno a la cultura: el cuestionamiento. “Siempre se cuestionan públicamente los fondos de cultura”, afirma, lo que deja entrever una falta de comprensión sobre su valor real. No se trata solo de museos o eventos ajenos: la cultura está presente en la vida diaria y atraviesa todos los ámbitos. Chile, asegura, tiene propuestas valiosas, pero para que sean visibles, “hay que salir un poco de la lógica de los clics y los algoritmos”.

Pasión para ejercer

Para Constanza Moncada, periodista en Culto, la situación del periodismo cultural también refleja una crisis más amplia que afecta a los medios de comunicación en general. La cobertura de temas culturales ha ido disminuyendo, y los pocos espacios que se conservan están concentrados en medios autogestionados o independientes, los cuales enfrentan dificultades económicas y suelen operar con recursos limitados.

Constanza considera que “la cultura es como el hermano pobre de los otros temas”, una frase que refleja con claridad cómo ha sido desplazada por contenidos más comerciales. Además, señala que los temas tratados se han vuelto repetitivos, con una fuerte concentración en áreas como música, cine y literatura. La diversidad que alguna vez existió en los suplementos culturales, donde había equipos especializados, se ha perdido. “Ahora es súper general, todos hacemos un poco de todo”, explica, lo que reduce la profundidad del contenido.

Aun así, muchos profesionales se mantienen firmes, empujados más por la vocación que por las condiciones laborales. Como comenta una de las entrevistadas, ejercer en esta área es “un 80% de pasión y un 20% de obligación”. Porque aunque parezca secundaria, la cultura también requiere compromiso, crítica y trabajo colaborativo. Pero frente a las exigencias de clics y rendimiento económico, la profundidad muchas veces no tiene cabida.

Además, hay una carencia importante que Moncada identifica y lamenta: la crítica especializada. Si bien aún existen espacios para el cine o la música, otras disciplinas han perdido visibilidad. ¿Quién se encarga hoy de hacer crítica literaria o de artes visuales?, se pregunta. La duda queda en el aire, sin respuestas claras, como muchas otras que rondan este oficio.

Una presión que diluye lo no monetizable

En un entorno donde prima lo rentable, la cultura ha sido desplazada por no generar clics ni ventas rápidas. Aunque es parte esencial de nuestra identidad y forma de vida, muchas veces se la trata como un lujo, cuando en realidad es un derecho y un reflejo de quienes somos.

Esta lógica de mercado ha reducido su visibilidad y apoyo, ignorando que la cultura va más allá del entretenimiento: es memoria, pensamiento crítico y conexión social. Si se sigue dejando de lado, lo que perdemos no es solo contenido, sino una parte fundamental de nuestra capacidad para entendernos y construir comunidad.

Share this post