Por: Rodrigo Sierra ¿La ciudadanía chilena es prejuiciosa con los extranjeros que ingresan al país o hay razones reales para pensar que los inmigrantes generan desconfianza? Esa es una pregunta a la que se enfrentan todos los países con altos flujos migratorios. Según una encuesta realizada en 2022 por el Centro Nacional de Estudios Migratorios de la Universidad de Talca, el 50,7% de los extranjeros dice sentir un prejuicio hacia ellos relacionado con la delincuencia. El estudio arrojó igualmente que un 34,5% cree que los prejuicios a los migrantes son a raíz de una amenaza económica y laboral y que un 9,7% percibe que la discriminación se debe a la posible alteración de la cultura y forma de vida en nuestro país. Si se compara el estudio con sus versiones de años anteriores, se percibe que la sensación de que los inmigrantes representan una amenaza viene en franco aumento. La encuesta CADEM del 23 de abril del presente año, también preguntó sobre el tema y determinó que los chilenos están descontentos con el ingreso desatado en el norte. Un 86% de los consultados se mostró a favor de implementar más restricciones que las actuales, mientras que un 11% plantea que hay que mantener las medidas que ya existen. Jesús es venezolano asentado en Chile y tiene 19 años. Confiesa que nunca ha tenido un episodio significativo de discriminación, pero “algo que siempre me ha molestado mucho es cuando digo una palabra de mi país como ‘mi pana’, ‘chevere’ o utilizo una expresión de mi país y la gente te mire feo”. El joven, que estudia en la universidad, añadió que “un problema que me ha mortificado es la amplia cantidad de venezolanos que son tipos malos. De hecho una profesora de la universidad me dijo que ha conocido venezolanos buenos y malos. Algo que no es agradable de escuchar y no debiera decirse”. Por su parte, el periodista Anderson Cerquera, de nacionalidad colombiana, relató a El Mensajero su experiencia al trabajar en un minimarket: “Estaba atendiendo al público y me tocó una pareja chilena que se negó a que yo los atendiera por el simple hecho de ser colombiano, les molestaba la forma en que yo hablaba y no querían que los atendiera porque supuestamente igual los estaba atendiendo mal”. En otra oportunidad, al periodista le tocó trabajar con un jefe que lo discriminó por ser de Colombia y homosexual: “Este suceso tuvo una repercusión en mí, ya que uno entra a evaluarse, si a mi me hicieron, me dijeron esto en una empresa siendo un periodista profesional que estudió su carrera aquí en Chile, ¿Será que puede llegar a pasar esto en otra empresa?. ¿Cómo es posible que una empresa tan profesional como Toyota o en este caso, como una persona dañe la imagen de esta empresa por un prejuicio?”. Anderson confiesa que su percepción de que los chilenos eran prejuiciosos cambió cuando ingresó a la universidad, porque sintió el recibimiento y la acogida por parte de sus compañeros. También, apreció que los chilenos lo integraran y lo ayudaran a entender los modismos que culturalmente él no conocía en ese momento. “Queremos volver a Venezuela” fue uno de los testimonios que dio un inmigrante venezolano atrapado en la frontera en Arica a CNN Chile, mientras otro ciudadano peruano agregaba: “Lo único que estamos pidiéndole al país peruano que nos dé la posibilidad de pasar, porque necesitamos volver a nuestros hogares”. En la actualidad existen varias ONG que se preocupan por este tipo de problemáticas y de esta población en particular, generando espacios de formación y herramientas para poder integrarlos adecuadamente a nuestro país. El Instituto Católico Chileno De Migración, la Fundación Red Inmigrante (REDIN) y el Servicio Jesuita Migrante son algunas organizaciones donde se ofrecen diversos programas de índole comunitaria y social.

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Extranjeros delincuentes: ¿prejuicio o realidad?