Género Urbano: el próximo movimiento social de los jóvenes.
Por: Belén Zúñiga.
En la última década, Chile ha sido testigo de una transformación cultural silenciosa pero poderosa. Uno de los ejemplos más evidentes, es la música, que en la actualidad se mueve a través de las redes sociales para poder llegar a un público joven de manera rápida.
Desde el 2021, el género urbano volvió con un sonido innovador, y principalmente liderado por artistas jóvenes tales como Cris Mj, Polimá, Pailita y Kidd Voodoo. Este género se transformó en uno de los fenómenos más influyentes dentro de la sociedad chilena y que rápidamente ha logrado escalar en el ranking musical, llegando a posicionar a Chile como una de las influencias más grandes en el reggaeton y el trap.
El periodista Felipe Arratia le comentó a El Narrador que el género urbano «literalmente revolucionó la escena musical chilena, es decir, remeció, removió, hizo cuestionarse varios estamentos de la música (…) de alguna manera esta escena que venía incubándose hace un montón de tiempo coincidió perfectamente con el advenimiento definitivo de las plataformas de streaming y se apropió completamente de ellas«.
En ese sentido, Ignacio Molina autor del libro «Historia del Trap en Chile» mencionó que, “lo llamativo es que ese poder no fue concedido por las grandes discográficas, sino que se lo tomaron. Hubo una independencia estratégica: artistas que aprendieron a mezclar, distribuir, viralizar. El 2020 o 2021 muchos medios hablaban de un “boom”, pero eso ya era una etapa pasada. Lo importante es que el género urbano hoy sostiene una industria paralela. Llenan recintos, hacen campañas, entran a festivales mainstream. Y lo hacen sin pedir permiso. El trap chileno ya no es promesa; es estructura”.
De acuerdo a lo anterior, los informes anuales que publica la Sociedad Chilena de Autores e Intérpretes Musicales (SDC), desde el 2019 la denominada “música urbana” es uno de los géneros más escuchados en plataformas de streaming como Spotify y YouTube. Las estadísticas muestran cifras de difusión muy por encima de cualquier otro género, incluso del pop o el rock clásico.
“La escucha de este tipo de música, viene aparejado también con cierto tipo de influencias del hip-hop, de música tropical, pero obviamente la música urbana tiene elementos propios estéticos, una manera de vestirse, de hablar, y que también remecen a la escena y de algún modo también incluso casi que jubilan a otro estilo«, agregó Felipe Arratia.
A pesar de su sonido fresco, letras honestas y una estética propia, lo que hoy realmente está en juego en la nueva ola del género urbano es el sentido cultural que se le ha dado al país, puesto que socialmente ha entrado en disputa.
Asimismo, Ignacio Molina explicó que el género urbano aún está estigmatizado: «Aunque venda, aunque cruce fronteras, hay un relato instalado: si un artista canta sobre armas o drogas, se le criminaliza, aunque hable desde su biografía. Los medios tradicionales muchas veces solo los cubren cuando hay escándalo. Es curioso: a la música anglo se le permite todo tipo de crudeza, pero al trap local se le exige corrección. Esa doble vara revela que el estigma no es por el contenido, sino por el origen social. El trap molesta porque no adorna el margen: lo grita”.
A pesar de que la música urbana es uno de los géneros más escuchados en el país sigue generando controversia en una gran parte de la sociedad, e incluso para aquellos que son protagonistas de esta industria han sido duramente enjuiciados.
El reconocido periodista y director de “Alto en Flow” Rodrigo Ruiz mejor conocido como «Don Lota» comentó que, “es fuerte. A los que cantan se les tilda de delincuentes, de promotores de la “narcocultura”, de “mal ejemplo”, aunque llenen estadios y mantengan a sus familias sin pedirle nada a nadie. Y a quienes escuchan esta música también se les mira en menos, como si consumir reggaetón, trap o drill fuera sinónimo de ignorancia o poca cultura. Eso es clasismo en su estado más puro (…), la élite cultural aún no digiere que lo urbano llegó para quedarse, y como no lo entiende, toma el camino más fácil: lo descalifica. Pero esa estigmatización cada vez pierde más piso, porque el talento y la verdad popular se terminan imponiendo”.
Además, Camila Castillo editora de «La Junta» señaló a El Narrador que con el paso del tiempo ha ido desapareciendo la mala reputación de este género: «Poco a poco la música urbana con su expansión ha logrado sacudirse de este estigma pero falta mucho para que no se considere un música flaite (…) A las generaciones mayores son las que hay que convencer y hay que educar para demostrar también que la música puede venir de cualquier lado y puede ser para todos los gustos, al final es un arte.
Por último, Camila Castillo dio un claro ejemplo del artista urbano Kidd Voodoo, quien hoy es uno de los fenómenos que ha logrado destacar en este género musical que erróneamente mal catalogado. «Él es alguien disruptivo, que llegó un poco a romper nuestras ideas y lo que nosotros pensábamos que era la música urbana, vino a romper esos esquemas súper disruptivo. Lo que también yo creo que también marca esa diferencia y que sea un fenómeno a nivel nacional», comentó.